¿Sabías que el primer pasaporte se remonta al año 450 a. C?

Cada vez que emprendemos un viaje al exterior, lo primero que pensamos es en tener nuestro pasaporte actualizado. ¿Pero sabemos por qué, dónde o cuándo se creó?

La historia de este preciado documento se remonta a épocas antiguas. Lo que todos conocemos hoy como pasaporte, fue creado después de la Primera Guerra Mundial, sin embargo, existen en la historia menciones de documentos tipo salvoconductos que permitían el pasaje de una persona de una frontera a otra; fronteras determinadas entonces por reinos y dominios que hoy en su mayoría ni existen.

¿Dónde nació el primer pasaporte?

El primero de estos registros nos lleva al año 450 a. C. En el libro de Nehemiah, un pasaje poco conocido de la Biblia, se mencionan las cartas entregadas por el rey de Persia Artaxerxes al profeta para que este pudiese pasar sin problemas hacia la tierra de Judea, donde se supone que iría a reconstruir las murallas de Jerusalén. El rey le dio a Nehemías una carta «a los gobernadores de la provincia más allá del río» pidiéndole paso seguro mientras viajaba por sus tierras.

De ahí el término de Salvoconducto o cartas credenciales, asignados para garantizar los pasos de enviados de un reino al otro, con diferentes propósitos.

En la antigua China también se otorgaba un documento similar al pasaporte - con nombre, edad y rasgos del portador - para poderse mover libremente en áreas bajo jurisdicción China.

En el caso del Califato Islámico medieval, sólo aquellas personas que pagaban sus impuestos al estado recibían un documento que les permitía moverse a su alrededor y por sus diferentes regiones.

En Europa, por su parte, se registra el uso de “cartas de solicitud o salvoconducto” para transitar libremente entre reinos, desde el siglo XV aproximadamente. Y el pasaporte con un aspecto más parecido al que hoy conocemos, se remonta al siglo XVI con Enrique V de Inglaterra. Él fue quien empezó a repartir entre sus súbditos un documento para ayudarles a ser identificados en tierras extranjeras.

Y después de la Primera Guerra Mundial...

La palabra pasaporte viene del francés (passeport) que significa pasar por el puerto o pasa puerta, porque la mayoría de los viajes internacionales se realizaban en veleros.

El padre del pasaporte actual - el clásico librito de varias páginas- data de la época del fin de la Primera Guerra Mundial. Después de una guerra de dimensiones continentales los resentimientos entre vencedores y vencidos hicieron de las fronteras lugares rígidamente demarcados y vigilados.

Esta Guerra trajo una renovada preocupación por la seguridad internacional, y fueron requeridos para poder circular entre fronteras. Sin embargo, hasta entonces, países como Gran Bretaña contaban ya con una algo similar: una página doblada en tres partes y encuadernada, donde se encontraba la foto y firma del portador, además de una descripción personal con detalles tales como la forma de la cara, los rasgos y la complexión.

En 1920, la Sociedad de Naciones - en la Conferencia de París sobre pasaportes y formalidades aduaneras - estableció por primera vez un estándar mundial para pasaportes, abriendo paso a lo que hoy reconocemos como tal.

Finalmente, la normalización de pasaportes se produjo en 1980, bajo los auspicios de la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI). Los primeros pasaportes carecían de fotografía. De manera progresiva, y para evitar la falsificación del documento, se actualizaron y se agregó a ellos la fotografía del titular.

Hoy día, los pasaportes son uno de los documentos más preciados no sólo por los viajeros, sino por cualquiera que desee moverse entre fronteras.

Entre chips biométricos, imágenes ocultas y otras complicadas estrategias antifalsificación, podemos ver cómo los pasaportes han ido evolucionando a través del tiempo. Sin embargo, en medio de crecientes crisis migratorias vale la pena cuestionarse la importancia entregada a un libro identificatorio que no lleva más de un siglo con nosotros.

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