Lucy nos invita a descubrir cuáles son las mejores cosas para hacer en Sicilia

Comencé mi viaje una soleada mañana tomando el ferry desde un pequeño pueblo pesquero calabrese llamado Villa San Giovanni, para cruzar el estrecho de Mesina. El viaje es corto - dura unos 20 minutos - y el ferry transporta trenes, autos, camiones, motos, bicicletas, etc.

Mi primer destino: Taormina y sus excepcionales vistas de la costa:

Está ubicada en un acantilado de 200 metros de alto ofreciendo una espectacular e insuperable vista al mar.

Mi primer recorrido fue una visita al Corso Umberto, la calle principal del centro de Taormina, que es zona peatonal. Reúne hermosas tiendas de lujo y gastronomía local en sus restaurantes, cafés y panaderías tradicionales. Y caminando por sus calles llegué a la Piazza IX Aprile, uno de los mejores miradores de Taormina que cuenta con una enorme terraza panorámica con maravillosas vistas de la bahía y al Etna. Para el almuerzo elegí la clásica pasta rigatoni, acompañada de berenjenas asadas, ricota y albahaca, todos productos frescos que se encuentran en esta región.

Por la tarde visité Isola Bella, una de las playas más hermosas de Italia, en donde pude bañarme en una preciosa lengua de arena que desemboca en un islote, Es uno de esos lugares que te deja sin aliento a causa de tanta belleza, de hecho podría decir que es una de las islas más bonitas del mundo. ¡Imposible no emocionarme con su espléndido atardecer desde este sitio!

Para la cena probé el clásico Rollos de pez espada que consiste en finas láminas de pescado con un excelente relleno a base de pan rallado, que se condimenta con piñones, aceitunas, alcaparras, tomates, ajo y albahaca fresca. Este pescado es el que más se consume en la isla.

Siracusa, la joya siciliana:

Comencé mi día con un desayuno algo particular y muy recomendado: granita alle mandorle, un helado de almendras que siempre se acompaña con pan brioche, es una experiencia única que puede llegar a ser rara al principio, pero después no dejas de probar el granizado en todos sus sabores. Para entender la comida siciliana primero hay que saber que esta isla italiana fue conquistada por varias culturas: griega, romana y árabe, por eso, su variedad gastronómica.

Y un bellísimo día soleado me recibió en Siracusa, en la costa sudeste de la isla. La que en su momento fue la ciudad más grande del mundo, ahora fusiona las plazas barrocas y los edificios de piedra de tonos pastel con un mar de deslumbrante color azul. Imposible no visitar la plaza del Duomo, La Catedral y el Parque Arqueológico de Neapolis, ¡te deja sin palabras!

Luego de un almuerzo ¡muy siciliano por cierto! pene cunzatu, que es una tostada de pan casero, acompañada de tomate fresco, anchoas, queso, aceite de oliva, sal, pimienta y orégano, inicié el recorrido hasta el Teatro Griego ¡desde cuyas gradas se ve el mar! Era uno de los más grandes del mundo cuando se construyó, con capacidad para 16.000 espectadores. Tallado directamente en la ladera de la colina Temenite con vistas a la campiña siciliana, el teatro de piedra fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO…. ¡Merecido reconocimiento!

La vista desde la terraza superior permite admirar la sugerente Fuente del Ninfeo y el maravilloso panorama que domina el gran puerto.

Desde cualquier parte de este recorrido se ve y se siente el volcán Etna con sus colores impactantes, en la actualidad sigue activo y experimenta erupciones periódicas en las que desprende ríos de lava. Esta gigantesca montaña domina el paisaje siciliano, y sus laderas son parte del llamado Parco dell' Etna.

Una de las cosas que hay que hacer cuando se está en Sicilia es una excursión al Monte Etna, ¡y con razón! Subí a un teleférico para llegar a los 2.900 metros de altura y caminar por los cráteres de la montaña, una experiencia difícil de reproducir en otros lugares. ¡Te esperan paisajes únicos! Es perfectamente seguro visitar el Etna siempre que no haya restricciones impuestas por el gobierno. Además, los guías son expertos en juzgar la situación; por eso te aconsejo que solo hagas una visita guiada y no te aventures a subir por tu cuenta.

Palermo: mi destino final en este viaje

Llegué bien temprano a Palermo, la capital de Sicilia: ruidosa, malhumorada, desordenada, enloquecida pero tan imponente e impactante arquitectónica e históricamente que la defino como una ciudad extremista. Palermo no es una ciudad fácil ni tampoco un destino para cualquiera - por ese motivo fue mi última parada en este viaje - la mejor manera de entenderla es caminarla. Y caminándola conocí los siguientes lugares…

Corso Vittorio Emanuele es una de las grandes e importantes calles del centro, donde pude ver varios palacios de arquitectura y decoraciones barrocas, y muchas tiendas. Y desde ya el carácter árabe de la ciudad se encuentra sobre todo en los antiguos mercados: la Vucciria, el Capo y Ballarò.

La comida callejera, las antiguas bancarelle de Palermo, donde es posible comer un poco de todo, se encuentra todavía hoy en toda la ciudad. Y justamente en un puesto callejero almorcé cazzilli (croquetas de papas fritas) berenjenas fritas y unos deliciosos ciccireddu, pescadito muy pequeño enharinado y frito al momento. ¡Sicilia es el lugar ideal para degustar todos los días un plato diferente! Y para terminar el almuerzo o la cena, en Italia siempre se disfruta del verdadero café espresso.

Mi segundo día en Palermo, lo dediqué al arte que como ya saben es uno de mis momentos preferidos en cada viaje, visitando el Teatro Massimo, uno de los más grandes de Europa y considerado el templo de la música lírica, también gracias a su excelente acústica. Mi segunda parada fue el Teatro Politeama que se ubica en Piazza Ruggero Settimo, construido en estilo neoclásico entre el 1865 y el 1891, tiene una capacidad de 950 personas.

Por último recorrí el “Museo internacional de títeres Antonio Pasqualino” un lugar particular que conserva más de 3500 títeres de todo el mundo. Una importante parte del museo está dedicada a los “pupi”, títeres típicos del teatro tradicional siciliano inspirado en la época de Caballeros. La “Opera dei Pupi” actualmente sigue con vida en Sicilia donde los herederos de las últimas familias de “puparos” garantizan la continuidad de la tradición. Y por supuesto me traje como recuerdo una bellísima marioneta de madera y chapa que compré en una divertida tienda.

Volví al hotel con esa mágica sensación que solo el teatro puede ofrecernos.

En mi último día comencé visitando la Plaza Marina, ubicada a orillas del puerto. Es uno de los lugares más animados de la ciudad, con mercados y donde se encuentra el gigante Ficus Magnolioides, considerado uno de los árboles monumentales de Italia. Para los amantes de la naturaleza, en ésta isla desborda en cada rincón.

En la zona del puerto se encuentra el Foro Itálico, que a mitad de julio es el centro de la fiesta de Santa Rosalia, la patrona de la ciudad. Me contaron que ésta animada fiesta tarda 5 días y termina con unos fuegos artificiales que iluminan todo el golfo de Palermo y el resto de la ciudad. Me prometí que mi próxima visita a la ciudad sería en esos días para disfrutar del festejo tradicional.

¿Qué es mejor que terminar mi viaje con un cannolo siciliano?

Es el rey de la pastelería siciliana, y se compone de una oblea frita que se rellena con una crema de ricota fresca de oveja a la que se le pueden añadir pistachos de Bronte - el producto estrella de la isla- unas gotas de chocolate.

Lo que me queda claro al despedirme de la isla es que cada civilización ha dejado su huella y esa mezcla la convierte en un lugar mágico, que le roba los sentidos a todos sus visitantes.

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