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En medio del desierto de Karakum, en Turkmenistán, hay un espectáculo que parece salido de una película de ciencia ficción o una leyenda ancestral. Se trata del Pozo de Darvaza, más conocido como la Puerta del Infierno: un cráter gigante que arde sin descanso desde hace más de 50 años.

¿Cómo surgió esta maravilla (y advertencia) de la naturaleza moderna? ¿Por qué sigue en llamas?

Todo comenzó en 1971, cuando geólogos soviéticos perforaban en busca de gas natural. Lo que hallaron fue una caverna subterránea llena de gas metano que colapsó, formando un enorme cráter. Preocupados por una posible liberación de gases tóxicos, los científicos decidieron prenderle fuego pensando que se extinguiría en unos días.

Pero calcularon mal: El pozo tenía mucho más gas del esperado. Desde entonces, el gas ha seguido aflorando sin cesar, manteniendo el fuego encendido.

El cráter tiene unos 70 metros de diámetro y 30 de profundidad, y por la noche, el resplandor de las llamas convierte el paisaje desértico en una visión surreal. Este fenómeno se ha convertido en una atracción turística inesperada: viajeros de todas partes llegan hasta este remoto rincón del mundo solo para ver el fuego que brota de la tierra.

Una hazaña tan arriesgada como fascinante:

un descenso récord En 2013, el explorador y cineasta canadiense George Kourounis sería la primera persona en escalar el interior del cráter en llamas. Tras dos años de planificación, sólo dispuso de 17 minutos para obtener lecturas de gases y muestras de suelo antes de ser izado de nuevo. La expedición fue patrocinada por National Geographic, y sus imágenes son tan impresionantes como perturbadoras: un hombre envuelto en llamas naranjas, colgado dentro de una caldera viviente.

Lo más curioso: ¿se apagará alguna vez?

El gobierno de Turkmenistán ha considerado en varias ocasiones apagarlo para reducir su impacto ambiental y aprovechar mejor los recursos de gas natural. En 2022, el presidente incluso pidió que se estudiarán formas de extinguirlo. Sin embargo, hasta hoy, la “Puerta del Infierno” sigue abierta. Y mientras el subsuelo siga liberando gas metano, las llamas seguirán.

Hoy Darvaza es más que un pozo en llamas: es una postal del poder de la naturaleza, una historia de errores científicos y un testimonio de cómo algo incontrolable se convirtió en marketing al ser la principal atracción turística de la zona.

¿Y si algún día se apaga? Quizás se convierta en otro tipo de atracción. Pero por ahora, la Puerta del Infierno recibe a miles de viajeros, que incluso optan por acampar cerca del cráter, para disfrutar de la vista surrealista bajo un cielo estrellado.

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