El Ferrocarril Transiraní es un tren que serpentea desde las brillantes orillas del Mar Caspio donde el agua se encuentra con la tierra, hasta las cálidas y productivas llanuras que rodean el Golfo Pérsico.
Esta obra maestra de la ingeniería y la logística ha transformado la manera en que Irán se conecta internamente y se integra con el comercio internacional, acortando significativamente los tiempos de viaje y transporte de mercancías.
También conocido como el Ferrocarril Norte-Sur, es una red ferroviaria que se extiende a lo largo de 1.394 kilómetros, cruzando una diversidad de terrenos y climas. Declarado Patrimonio Mundial por la UNESCO en 2021, ha superado obstáculos geográficos y desafíos técnicos para forjar una conexión vital, entre los imponentes edificios de Teherán, la capital, hasta las tumbas y mezquitas de Qom y las viviendas nómadas de los Montes Zagros.
Su construcción - entre 1927 y 1938 - fue diseñada y ejecutada en una exitosa colaboración entre el gobierno iraní y 43 contratistas de diversos países, con más de 70.000 trabajadores. A lo largo de los años, se han superado obstáculos naturales, como montañas, ríos y desiertos, mediante la construcción de 174 puentes grandes, 186 puentes pequeños y 224 túneles.
Su impacto económico en la Ruta de la Seda y en el turismo:
El impacto económico y social del Ferrocarril Transiraní ha sido profundo, facilitando el comercio interno, al conectar las diversas provincias y ciudades, lo que a su vez ha estimulado el crecimiento económico y la inversión en estas áreas. Además, ha mejorado la conectividad internacional, permitiendo que Irán se convierta en un punto estratégico en la Ruta de la Seda moderna, fomentando el intercambio comercial.
Para los turistas ofrece una forma única de explorar el país y experimentar su cultura. Con precios razonables, sus ventanas panorámicas, sus cómodos compartimentos y sus servicios a bordo, recorrer los paisajes de Irán en tren significa, además, atravesar cuatro climas distintos en una travesía que no podrá olvidar.
Por ejemplo, cuando se sale desde Teherán para ir hacia el sur, cambia el clima en cuestión de horas. Y no sólo eso, también los viajeros sienten como si se hubieran trasladado de un país a otro, porque las culturas y las personas son muy diferentes; estamos hablando de un cambio completo de escenario e incluso de idiomas.
En un par de horas quienes realizan la travesía se verán invadidos por:
- Una frescura inicial en las brillantes orillas del Mar Caspio con un clima templado y húmedo que caracteriza esta región. La brisa fresca y el aire marino crean un ambiente relajante para disfrutar de las vistas panorámicas de la costa y las montañas circundantes.
- A medida que el tren avanza hacia el sur, la vegetación cambia gradualmente. Se ingresa a un clima semiárido, donde las plantas resistentes al calor dominan el paisaje. Las vistas de las vastas llanuras y colinas onduladas acompañarán en esta etapa del viaje. A pesar de las condiciones más áridas, la belleza del desierto es cautivante.
- A medida que el tren se eleva, se presenta un clima montañoso. Las cumbres nevadas y las majestuosas montañas pintarán un escenario impresionante mientras se atraviesan túneles y puentes que desafían la gravedad. Entre Dorud y Arak se alcanza el punto más elevado de la red ferroviaria, a más de 2.200 metros de altitud.
- Finalmente, el tren lo llevará a través de una última transformación climática, llegando a las fértiles llanuras cercanas al Golfo Pérsico, donde el clima se vuelve más cálido y húmedo. Las palmeras y los cultivos verdes serán una vista común mientras se acerca el destino final. Las brisas marinas soplan mientras el tren se desliza hacia el Golfo Pérsico.
Viajar en tren por Irán lleva a conocer la naturaleza del país, ya que pasa por docenas de parques nacionales y refugios de vida silvestre, como los Bosques hircanianos.
Quienes emprendan esta aventura sobre rieles conocerán también la amable y acogedora cultura iraní, por ejemplo, una breve parada en Qom para los viajeros significa recobrar fuerzas con unos sohan, unos dulces hechos con harina, granos de trigo y azúcar.
Desde Persépolis en Shiraz, hasta el Gran Bazar de Teherán, Irán está lleno de maravillas que esperan ser exploradas, y la mejor forma de hacerlo es a bordo del Ferrocarril Transiraní.