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La incidencia mundial del dengue ha aumentado considerablemente a lo largo de las últimas dos décadas, lo que supone un desafío importante para la salud pública. Entre 2000 y 2019, la Organización Mundial de la Salud (OMS) documentó que el número de casos notificados en todo el mundo se había multiplicado por diez, pasando de 500.000 a 5,2 millones.

Originario de las regiones tropicales y subtropicales del mundo, el dengue es transmitido principalmente por los mosquitos Aedes aegypti y Aedes albopictus. Durante décadas se consideró una enfermedad endémica de Asia, América Latina y el Caribe. Sin embargo, varios factores han contribuido a su expansión global en los últimos años.

El cambio climático, la urbanización descontrolada con condiciones sanitarias de almacenamiento de agua, pobreza y hacinamiento, la deforestación y la migración están interactuando y evolucionando, creando un escenario complejo de riesgo de dengue y otras enfermedades transmitidas por mosquitos. Otro factor en el crecimiento de la enfermedad es el aumento de los viajes internacionales desde países endémicos de dengue que aumentan el riesgo de casos importados e inevitablemente también el riesgo de brotes locales.

De acuerdo a los últimos datos registrados por la OMS, la enfermedad es endémica en más de 100 países de las regiones de África, las Américas, Asia Sudoriental, el Mediterráneo Oriental y el Pacífico Occidental.

Las Regiones de las Américas, Asia Sudoriental y el Pacífico Occidental son las más afectadas, y en Asia se concentra alrededor del 70% de la carga mundial de la enfermedad. En tanto, en Europa el dengue no es endémico, han habido solo brotes esporádicos en España, Italia y Francia, y estos casos están relacionados principalmente con el turismo.

El clima juega un rol fundamental:

El mosquito fue controlado en la década del 40/50, pero en los ‘70 comenzó a crecer en América, y no solo el mosquito, sino otras enfermedades como el dengue, chikungunya, el Zika y la fiebre amarilla.

El cambio climático, las consecuencias del fenómeno de El Niño que incrementa las temperaturas, las precipitaciones y la humedad, produjeron que los huevos de este mosquito aceleren su tiempo de evolución y, por lo tanto, tenemos más adultos que piquen. Por eso es que en muchos países del mundo ha crecido de manera exponencial esta enfermedad.

Síntomas de la enfermedad:

Muchas personas no tienen ningún síntoma, y es posible que cuando se presenten los síntomas se los confunda con otras enfermedades, como la gripe. Suelen comenzar de 4 a 10 días después de la picadura de un mosquito infectado.

El dengue causa una fiebre alta de 104 grados Fahrenheit/40 grados Celsius y cualquiera de los siguientes signos:

  • Dolor de cabeza
  • Dolores musculares, óseos o articulares
  • Náuseas/Vómitos
  • Dolor detrás de los ojos
  • Glándulas inflamadas
  • Sarpullido

La mayoría de las personas se recuperan en aproximadamente una semana. En algunos casos, los síntomas empeoran y pueden ser mortales. Esto se llama dengue grave, fiebre hemorrágica del dengue o síndrome de choque del dengue.

Ocurre cuando los vasos sanguíneos se dañan y tienen fugas, y cuando disminuye la cantidad de células formadoras de coágulos (plaquetas) en el torrente sanguíneo. Esto puede llevar a un estado de choque, sangrado interno, insuficiencia orgánica e incluso la muerte.

Prevención y Control:

La prevención y el control del dengue dependen de estrategias integradas que incluyen la vigilancia epidemiológica, el control de vectores y la educación pública. Algunas de las medidas clave son:

  • La eliminación de criaderos de mosquitos, como recipientes de agua estancada, y el uso de insecticidas y larvicidas son fundamentales para reducir la población de mosquitos vectores.
  • El uso de repelentes de insectos, mosquiteros y ropa protectora puede ayudar a prevenir las picaduras de mosquitos.
  • La notificación oportuna de casos sospechosos y confirmados es crucial para contener la propagación del virus.
  • La investigación y el desarrollo de vacunas contra el dengue han avanzado en los últimos años. La vacuna Dengvaxia ha sido aprobada en varios países, aunque su uso está restringido a ciertas poblaciones debido a consideraciones de seguridad y eficacia.

El dengue ha trascendido sus límites regionales para convertirse en una preocupación de salud pública mundial. La expansión de esta enfermedad refleja la interconexión global y los desafíos emergentes en el control de enfermedades infecciosas. La cooperación internacional y el fortalecimiento de las estrategias de prevención y control son esenciales para enfrentar el dengue y mitigar su impacto en la salud global.

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