¿Sabías que 1 de cada 3 personas adultas en el mundo tiene hipertensión arterial? Son más de 1.300 millones de personas viviendo con esta condición silenciosa que, si no se controla, puede traer serios problemas de salud.
Por eso, cada 17 de mayo se celebra el Día Mundial de la Hipertensión, una excusa perfecta para hablar de un tema que muchas veces pasa desapercibido.
¿Qué es la hipertensión y por qué importa?
La presión arterial es, básicamente, la fuerza con la que la sangre circula por tus arterias. El problema es cuando esa fuerza es constantemente elevada: eso hace que el corazón tenga que trabajar más de la cuenta y puede dañar las arterias. ¿La consecuencia? Mayor riesgo de infartos, ACV, problemas renales… y hasta afectar tu visión a través de lo que se llama retinopatía hipertensiva.
Y atención con algunos factores menos conocidos: por ejemplo, la apnea del sueño (cuando dejás de respirar por momentos mientras dormís) también puede contribuir a subir la presión.
¿Cómo se mide la presión?
Aunque parezca simple, hay una forma correcta de tomarse la presión. Lo ideal es estar tranquilo, sentado, con la espalda apoyada y el brazo a la altura del corazón.
Es clave hacerlo en un estado de calma, no justo después de subir escaleras, caminar rápido o vivir una situación estresante. Lo ideal es que el cuerpo esté relajado para que los valores reflejen realmente cómo está tu presión.
Además, siempre que puedas, es importante hacerlo en el mismo rango horario, ya que eso permite comparar los resultados de forma más precisa con el paso del tiempo.
Dos números clave
- Presión sistólica: es la más alta, cuando el corazón se contrae.
- Presión diastólica: es la más baja, entre latidos.
Un poco de historia
La historia de la hipertensión arterial comenzó a tomar forma en 1896, cuando el médico italiano Scipione Riva-Rocci desarrolló el primer esfigmomanómetro, un dispositivo que permitió medir la presión arterial de manera práctica y precisa. Antes de este avance, el conocimiento sobre la presión arterial era muy limitado, y los tratamientos eran rudimentarios: se recurría a prácticas como las sangrías, dietas extremadamente restrictivas o la recomendación de evitar emociones fuertes. La falta de medicación específica dejaba a los pacientes a merced de remedios empíricos que, en muchos casos, resultaban más perjudiciales que beneficiosos.
Recién en la década de 1950 aparecieron los primeros medicamentos eficaces para tratar la hipertensión, como los diuréticos tiazídicos, que ayudaban a reducir el volumen de sangre y, por ende, la presión en las arterias. A partir de allí, el desarrollo farmacológico no se detuvo: llegaron los betabloqueantes, los inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina (IECA), los antagonistas del calcio y los antagonistas de los receptores de angiotensina (ARA II), entre otros. Hoy, gracias a estos avances, la hipertensión puede controlarse de forma efectiva, previniendo complicaciones graves como infartos o accidentes cerebrovasculares.
Mitos vs realidades
“Si mi familia tiene presión alta, yo también la voy a tener” → Falso. Puede haber predisposición, pero con buenos hábitos se puede prevenir.
“Me daría cuenta si tengo la presión alta” → Falso. Es el famoso asesino silencioso. Muchas veces no da síntomas.
“La presión alta viene con la edad” → Falso. Es más común en personas mayores, pero no es exclusivo.
Verdades que sí tenés que saber:
- Un estilo de vida saludable puede prevenir y controlar la hipertensión.
- La actividad física regular es clave: fortalece el corazón y reduce el estrés.
- Evitar el exceso de sal, el alcohol y el cigarrillo ayuda muchísimo.
Este 17 de mayo, te proponemos hacer un pequeño gran cambio: empezá a moverte más, cuidá tu alimentación, y controla la presión aunque te sientas bien. Cuidar tu salud cardiovascular es una forma de regalarte más años, y mejores. ¡Tu corazón te va a agradecer cada paso!.