La depresión es una de las condiciones de salud mental más prevalentes en todo el mundo y, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), afecta a más de 280 millones de personas - un 18 % más que hace una década - lo que evidencia un alarmante crecimiento.
En el marco del Día Mundial de Lucha contra la Depresión, queremos reflexionar sobre las alarmantes cifras que revelan un incremento constante en su incidencia y, sobre todo, entender qué podemos hacer para prevenirla y tratarla.
Tristeza profunda, abatimiento, desesperanza son sentimientos que se han apoderado de millones de personas en el mundo. ¿Por qué está aumentando la depresión?
La gravedad de la depresión puede ir desde episodios de tristeza leves y temporales hasta cuadros persistentes y graves.
Además de los acontecimientos vitales traumáticos, tales como la muerte de un ser querido o el diagnóstico de una enfermedad grave, hay otros muchos factores de riesgo para la depresión que no son tan conocidos, aunque no por eso dejan de ser importantes: el estilo de vida moderno, el estrés laboral, la soledad y la presión social han incrementado exponencialmente en las últimas décadas.
La pandemia de COVID-19 jugó un papel crucial: un estudio de la revista The Lancet en 2022 señaló que los trastornos depresivos mayores aumentaron un 28% durante la crisis sanitaria.
Estos fueron ocasionados por el aislamiento social, las limitaciones de la capacidad de las personas para trabajar, dar ayuda a sus seres queridos y participar en la vida de sus comunidades. También la soledad, el miedo a contagiarse, sufrir y morir, o que los seres queridos corran esa suerte, el dolor provocado por la pérdida de seres queridos y las preocupaciones económicas.
A esto se suman otros detonantes tales como:
- Uso excesivo de redes sociales, que puede generar comparación constante y baja autoestima (existe un imperativo superyoico de éxito, de consumo, de goce ilimitado)
- Patrones de pensamiento pesimistas
- Incertidumbre económica y eventos estresantes en el ámbito laboral
- Factores genéticos y predisposición familiar.
Síntomas a tener en cuenta
La depresión no es solo sentirse triste; va mucho más allá. Entre los síntomas más comunes se encuentran:
- Pérdida de interés o placer en actividades cotidianas.
- Cambios significativos en el apetito o peso.
- Insomnio o sueño excesivo.
- Fatiga constante y falta de energía.
- Sentimientos de culpa, inutilidad o desesperanza.
- Dificultad para concentrarse.
- Pensamientos recurrentes de muerte o suicidio.
Aunque la depresión puede ser debilitante, existen múltiples opciones para tratarla El tratamiento suele ser individualizado y puede implicar una combinación de enfoques médicos, terapéuticos y de estilo de vida.
- Psicoterapia: La terapia cognitivo-conductual (TCC) es una de las más recomendadas.
- Medicación: Los antidepresivos, bajo supervisión médica, pueden ser necesarios en casos moderados o severos.
- Cambios en el estilo de vida:
- Hacer ejercicio: una actividad física que te resulte placentera libera endorfinas, que ayudan a sentirse mejor. Las endorfinas se unen a los receptores opioides en el cerebro y reducen la percepción del dolor, al tiempo que generan una sensación de bienestar y placer. Esta liberación de endorfinas se ha asociado directamente con la mejora del estado de ánimo y la reducción de los síntomas de la depresión. La depresión a menudo se asocia con problemas de sueño, como insomnio o somnolencia excesiva. El ejercicio físico regular puede ayudar a regularizar el ciclo del sueño, promoviendo una mayor calidad y cantidad de descanso nocturno.
- Mantener una dieta equilibrada y establecer rutinas saludables: tratar de sentirte mejor bebiendo o comiendo en exceso y obsesionarte con lo mal que te sientes empeora los síntomas. Mejorar la imagen corporal, promover el sentido de control y autonomía, y practicar relajación muscular progresiva ayudan a reducir la depresión. Asimismo la meditación rompe el ciclo de pensamientos muy críticos y sentimientos de inutilidad. Meditar entrena al cerebro para lograr una concentración sostenida y para volver a ella cuando irrumpen pensamientos, emociones y sensaciones físicas negativas.
Hacer algo positivo para controlar la depresión es una estrategia sana de afrontamiento.
Estadísticas mundiales:
- La depresión puede afectar a cualquiera, sin embargo, las mujeres son más propensas a sufrir esta afección que los hombres. Este trastorno, tanto en adolescentes como en adultos, es dos veces más frecuente en mujeres que en varones. El riesgo de desarrollar depresión en ellas se encuentra entre el 10% y 25% y para ellos entre el 5% y 12% de la población mundial.
- La tendencia a la depresión puede heredarse: los familiares de primer grado de pacientes con depresión muestran un riesgo aproximadamente tres veces mayor de desarrollar este trastorno.
- Comorbilidad: las limitaciones derivadas de una enfermedad crónica (dolor, falta de aire, trastornos de movilidad) favorecen el desarrollo de depresión (muy probablemente, como consecuencia de la discapacidad) y la presencia de depresión empeora la evolución de la enfermedad.
- Más del 75% de las personas en países de ingresos bajos y medios no reciben tratamiento adecuado.
- En adolescentes, la depresión ha aumentado un 15% en la última década.
Vivimos en un mundo que parece exigirnos estar siempre bien, sonrientes y productivos. La frase "hay que seguir adelante" se ha convertido en un mantra que, aunque bien intencionado, puede invalidar el tiempo que necesitamos para sanar, reflexionar y procesar nuestras emociones. Es crucial recordar que sentir tristeza, permitirse un duelo o simplemente detenerse a escuchar nuestro interior no es sinónimo de debilidad, sino un acto de valentía.
Este Día Mundial de Lucha contra la Depresión resaltamos que con un tratamiento adecuado, apoyo emocional y pequeños cambios en el día a día, es posible volver a disfrutar de la vida. Cada paso cuenta: consultar a un especialista, informarse y recordar que es una condición tratable y que la recuperación siempre es posible.